martes, 24 de marzo de 2015

La fanática hinchada de los gays

Publicado en El Espectador, Marzo 26 de 2015








REFERENCIAS

Caballero, Antonio (1996). "Una brillante idea". Semana, Septiembre 30

Cívico, Aldo (2014). "Sergio Urrego y la banalidad del mal". El Tiempo, Diciembre 2

de la Torre, Cristina (2015). "Ecos de la Inquisición". El Espectador, Febrero 23

ET (2014) "Magistrado acusa a la Procuraduría de usar métodos nazis contra gays",   El Tiempo, Abril 1


Gomar, Ignacio (2015). “Elton John y Courtney Love llaman al boicot contra Dolce & Gabbana. El País, Marzo 17


Ordaz, Pablo (2015). “La polémica sinceridad de Dolce y Gabbana”. El País, Marzo 20


Reed, Ryan (2015). “Elton John Boycotts Dolce & Gabbana Over 'Synthetic' Babies Remark. Rolling Stone, March 16

Semana (2015). "¿Qué viene tras la decisión de la Corte sobre la adopción gay?". Febrero 18


martes, 17 de marzo de 2015

Del constitucionalismo arrogante a la corrupción

Publicado en El Espectador, Marzo 19 de 2015
Texto de la columna después de las gráficas









“La justicia tocó fondo”, “el sistema colapsó”, hay que “revocar a todos los magistrados”, “la Corte está de luto”. 

Los rumores de corrupción en la Corte Constitucional (CC) generaron reacciones radicales. Pero poco se habló de un corrosivo mecanismo impuesto de manera soberbia por la misma CC: que un juez de tutela pueda revisar sentencias de cualquier jurisdicción, hasta el más alto nivel.  

En su cruzada contra los rituales, tras dictaminar que la protección de los derechos fundamentales no soportaba demoras, requisitos, ni abogados, la CC decidió que la informalidad era la solución. Transformada en virtud, esa tara colombiana se extendió de los procedimientos al manejo de expedientes, y la trastienda de la jurisdicción constitucional terminó convertida en un desorden colosal.  

La tutela contra sentencias fue siempre debatida. En 1992 la CC aceptó que excepcionalmente procederían acciones contra “vías de hecho judiciales”, abriéndole paso a la revisión de providencias sin mayor formalismo. En marzo de 2002 la Corte Suprema de Justicia (CSJ) manifestó que no reconocería fallos de tutela proferidos por otras instancias que modificaran sus decisiones. La CC le solicitó enviar esos expedientes para verificarlos; la CSJ se negó, reafirmando su voluntad de archivarlos. Fue entonces cuando, con arrogancia, sin debate académico o político, la CC permitió, con Auto del 3 de febrero de 2004, que cualquier juzgado recibiera esas tutelas. La CSJ acusó a la CC de ejercer poderes “tiránicos” y extralimitarse en sus competencias. Tras el choque de trenes, con algunas restricciones, el mecanismo fue incorporado a la ley en el 2009. Los argumentos contra el privilegio de la jurisdicción constitucional de supervisar a todos sin ser vigilada por nadie nunca incomodaron a la CC, juez y parte en esa discusión. Fue tan candoroso como engreído sentirse incorruptible con esa informalidad, ninguna supervisión, prerrogativas auto concedidas y discrecionalidad absoluta para revisar tutelas. 

No parecen ser muchas las tutelas contra sentencias ejemplares. Los avances en la protección de los derechos no llegaron por esa tortuosa vía y sería un despropósito afirmar que el debido proceso está mejor garantizado. En la defensa que Catalina Botero hizo de la figura en el 2007, sólo pudo rescatar unos casos bien banales. Son más numerosos y visibles los incidentes nocivos que rozan el desastre, como el de Fidupetrol. Contra una onerosa sentencia de la CSJ, la empresa sacó artillería pesada de “acompañamiento” a una tutela, interpuesta ante el Consejo de la Judicatura, territorio apreciado para tales aventuras. Con fallos de última instancia realmente en firme se habría evitado esa vergüenza, y muchas otras. 

Hay un abismo entre el ciudadano indefenso que necesita protección contra arbitrariedades judiciales y el leguleyo que recibe millonadas por tutelas temerarias, con posibilidad de mermelada desde una primera instancia de bolsillo hasta la decisión finalísima de la CC, pasando por la arbitraria y hasta descarada selección de casos que se revisan. Para el observador profano, un juez de tutela revocando sentencias de cualquier tribunal superior es un adefesio. El constitucionalismo purista, presuntuoso y egocéntrico, ha insistido que la coherencia jurisprudencial justifica la inseguridad y el cruce de competencias e instancias, aún con riesgo de soborno. Si hubiera datos del descomunal caos de expedientes que no revisa la CC, se podría saber el perfil del principal beneficiario de la tutela contra sentencias. Los constitucionalistas insistirán que es el pueblo raso, pero desde la calle se sospecha que es el litigante profesional, astuto, deshonesto, criminal o simplemente adaptado a las reglas del juego. Según la Comisión de Expertos de Reforma a la Justicia, el estratégico atajo se convirtió en “una instancia adicional a los procesos ordinarios y especiales, haciendo más compleja la resolución judicial de los conflictos”. 

Algunas reacciones ante el escándalo, sugiriendo que se trata de un par de manzanas podridas, o aferrándose a la tautología de que la labor de la CC ha sido encomiable, ilustran esa prepotencia cardenalicia del constitucionalismo que se niega a reconocer errores. La misma CC debería enmendar el excesivo poder que se atribuyó y promover correctivos sin arriesgarse a revolcones. Los inconvenientes reales de la facultad de torpedear sentencias ajenas superan con creces sus idealizadas ventajas. Un mínimo de pragmatismo hace recomendable eliminar ese componente perverso y expansivo de la tutela, apreciada y utilizada masivamente, pero no inmune al oportunismo y al tráfico de fallos en todas las instancias.

Entretanto, los nubarrones sobre la joya de la corona invitan a averiguar lo que ocurre de ahí para abajo. En tiempos de google, twitter y giga bases de datos es imperdonable la falta información sobre la primera y segunda instancias. Cualquier tutela contra una sentencia, y los respectivos fallos, deberían colgarse de oficio en la red, anunciados con un trino. Las redes sociales traerían algo de transparencia a esa cueva de Rolando. 



REFERENCIAS


Botero, Catalina (2007) “La acción de tutela contra providencias judiciales”. En Cepeda et.al. (2007) pp.191-291

CEJ (2010). " Informe Final de la Comisión de Expertos de Reforma a la Justicia". Bogotá: Corporación Excelencia en la Justicia. Versión digital

Cepeda, Manuel José, Eduardo Montealegre y Alexei Julio (2007). Teoría Constitucional y Políticas Públicas. Bases críticas para una discusión. Bogotá: Universidad Externado de Colombia.

Rubio, Mauricio (2011). "Entre la informalidad y el formalismo. La tutela en Colombia". Bogotá: Universidad Externado de Colombia. Versión digital

Rubio, Mauricio (2013). "La tutela: el Woodstock de la justicia". El Espectador, Febrero 20

jueves, 12 de marzo de 2015

Crimen pasional o sexista

Publicado en El Espectador, Marzo 12 de 2015


Darwin, C. R. (1871). The descent of man, and selection in relation to sex
London: John Murray. Vol 1 & 2. 1st edition. Versión digital



















REFERENCIAS

ET (2015). "El crimen que la Corte no declaró como homicidio sino como feminicidio". El Tiempo, Marzo 9

Iacub, Marcela (2014). "Crime passionnel ou sexiste ?". Libération,  Décembre 5


González, Karina (2015). “Corte dicta primera condena sobre caso de feminicidio”. El Heraldo, Marzo 10

Jimeno, Myriam (2004). Crimen Pasional. Contribución a una Antropología de las Emociones. Bogotá: Universidad Nacional. Versión digital


Prenons la Une * (2014). “Le crime passionnel n’existe pas”, Libération, Novembre 24
* Colectivo de mujeres periodistas que luchan por la representación justa de las mujeres en los medios

Rubio, Mauricio (2012). "Si  no eres mía, no serás de nadie". La Silla Vacía, Marzo 6

jueves, 5 de marzo de 2015

Hongos y levadura, dos visiones del desarrollo

Publicada en El Espectador, Marzo 5 de 2015
Columna después de los memes




La propuesta de James Robinson de dejar marchitar el campo generó a finales del 2014 un animado debate con una secuela menos concurrida.

Alguna vez Arnold Harberger criticó la visión del desarrollo como una especie de levadura que crece homogénea y armoniosamente. Propuso la metáfora de hongos que surgen de manera espontánea, dispareja e impredecible.

Quien haya tenido o conocido un negocio se inclina por los hongos: sabe que, en el mismo entorno, unas aventuras fracasan y otras prosperan sin que nadie entienda bien por qué. Gigantes actuales, como Servientrega o Crêpes & Wafles, fueron cuchitos de garaje en los ochenta, similares a los que nunca crecieron. En las historias de mi suegro, asesor agrónomo, un final típico del vía crucis rural era el propietario arrendándole la tierra al intermediario con contactos en Corabastos. Unos cuantos campesinos enriquecidos mientras muchos apenas subsistieron corroboran la visión del desarrollo desigual, desordenado, esquivo a doctrinas o planeación burocrática. Las centrales de abastos fueron un aditivo estatal para la levadura agraria que mutó en enormes y voraces hongos.

Reacio a los impuestos y con rezagos de trueque, el campo colombiano no produce estadísticas fiables. Me consta que hace un tiempo el PIB agrícola se “negociaba” anualmente entre el gobierno y los gremios; el de frutas y hortalizas salía de la manga. El censo agropecuario anterior al que aún no se ha analizado fuel el de 1970, poco después de creadas las FARC. La falta de información favorece a los idealistas y hace precario cualquier diagnóstico. En una vereda que conozco bien no hubo despojo de tierras, todo está escriturado y electrificado, sobra el agua, queda a 80 km de Bogotá por vía pavimentada, en ese clima “se da de todo” pero hace años no se produce nada. Simultáneamente, paperos y cebolleros del altiplano cundiboyacense acumularon fortunas y las hortalizas al oriente de Cundinamarca fueron exitosas. Pequeños lecheros coexisten con grandes hatos, mini arroceros se reparten el mercado con capitalistas, algunas campesinas crían ‘pollos industriales’ a pequeña escala y de frutas o verduras jamás ha habido desabastecimiento. La población urbana está más alimentada que nunca, restaurantes e industrias de comestibles se sofistican y crecen, pero mentes ilustres insisten que si no se transforma el campo seguiremos estancados.

La academia aprecia la levadura: es armoniosa, se deja modelar, suscita discusiones eruditas y cautiva mentes empeñadas en dirigir el desarrollo. Los hongos exigen preguntarse por qué solo unas empresas progresan, o sea hablar de negocios, un arte insulso. Así, la élite pensante diserta sobre agregados campesinos ignorando la dinámica de las partes. El debate contra Robinson fue sofisticado, mucha retórica, comparaciones internacionales, dilemas sociales, importancia de la historia, un par de sofismas, pero ningún dato o criterio para definir prioridades y evaluar alternativas concretas de inversión y empleo en el campo, o ajustes institucionales específicos. Nada útil para entidades del sector agropecuario, productores y mucho menos para responsables de la reinserción de combatientes, o empresas dispuestas a apoyarla.

El desarrollo rural amasado en La Habana es el menos convincente de los acuerdos. No concuerda con el nuevo lugar común: "esto no tiene vuelta atrás". Si el proceso de paz es de vanguardia, la insistencia en el problema agrario es el retorno al pasado, el discurso voluntarista y menos pragmático de los diálogos. Si se desagregara en proyectos productivos o de organización comunitaria para atraer inversionistas y filántropos, no podría financiarse. De manera incomprensible se desdeña el empleo capitalista, urbano o rural. Tal vez porque no encaja en la idealizada levadura igualitaria. “Hacer crecer todas las flores simultáneamente”, rezaba un eslogan de Mao que resume bien la visión que aún engolosina intelectuales: “vamos a desarrollar el campo”, no como agricultores sino desde un escritorio.

Para cualquier contribuyente es sensato el marchitamiento, entendido no como la agonía del campo, que a pesar del conflicto no ocurrió, ni va a suceder. Se trata simplemente de sacarlo de la agenda de expertos, de renunciar a una levadura a fondo perdido promovida por un Estado con otras responsabilidades, esas sí ineludibles, como la educación de calidad accesible para todos. En este sector sí hay cifras, conocimiento, discusión informada e indicadores de evaluación. Basta comparar la vaguedad del debate sobre el marchitamiento del campo con la precisión de las críticas al programa “Ser pilo paga”. Aunque también simple como teoría, la educación para prevenir la violencia es más sensata y universalmente aceptada. Esa prioridad, además, beneficia a las mujeres campesinas y es tan obvia que no requiere mucha literatura ni academia: pasa la prueba ácida de ser una recomendación que los expertos también aceptan para sí mismos. Si hasta convencidos agraristas eligen para los suyos los estudios, como cultivando sus honguitos, ¿por qué recomendarle algo distinto a campesinos, a desplazados o a quienes dejen las armas?

Bermúdez Liévano, Andrés  (20159. "James Robinson alebresta a los intelectuales", La Silla VacíaEne 22 

Forero, Jaime (2002). "La economía campesina colombiana 1990-2001". Cuadernos Tierra y Justicia Nº2. 

Harberger, Arnold (1998). "A vision of the growth Process". The American Economic Review, Vol 8 Nª1, Versión digital

Robinson, James (2014). "¿Cómo modernizar a Colombia?", El Espectador, Dic 13

Robinson, James (2015) "Colombia: ¿esta vez es diferente?", El Espectador, Ene 17